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Relatos y microrrelatos. Oswaldo Urrea Caraffa.


Hay amigos que te llevan presente cuando viajan. A su regreso te sorprenden con libros como el de Oswaldo Urrea publicado en Arica, Chile. Ello te permite además de disfrutar de sus microficciones descubrir la riqueza del castellano y el aimara. Por ejemplo: ampolleta y camanchaca, respectivamente.

Trilogía involuntaria. Mario Levrero.


Para el lector que quiera encontrar una propuesta literaria distinta, leer a Levrero, es una de esas opciones. Ha de estar preparado para verse envuelto en una atmósfera compulsiva hacia la búsqueda de uno mismo, a través de la huida por infinitos pasillos que comunican con habitaciones, con puertas que no permiten el regreso, con sueños que se entreveran con la realidad. Debe estar dispuesto a adentrarse en una ciudad que no existe, en un lugar imaginario que se puede palpar, en un París que perfectamente puede ser cualquier ciudad. Quizás, como advertencia o consejo, mejor dividir la trilogía en el tiempo, introducir otras lecturas entre una y otra novela pues, aunque de forma involuntaria versen sobre un mismo tema, así, las tres de golpe, París se puede hacer monótona.

MAL DE ESCUELA .Daniel Pennac.

Trata de la educación desde el punto de vista de lo malos alumnos, lo que cuando yo era pequeño se llamaba zoquete (alguien que tarda en comprender). El autor necesitó un año en aprender la letra a, lo cual le hizo comentar a su padre que dentro de 26 años podría dominar la lectura. Personalmente creo que fui un alumno normal en absoluto un buen alumno debido a problemas de despiste, aspecto que también considera el libro .Mi madre me alentaba diciendo que estudiara para “el día de mañana” y mi padre me decía que “para mi hacia” Estas frases no se las he podido decir a mis alumnos, pues por lo visto el mañana ha desaparecido. Solo existe el presente la política y el pasteleo. Lo que no era, un alumno insolente o maleducado; mi falta de entendimiento la suplía estudiando y esforzándome, aunque no siempre alcanzaba brillantes objetivos, no obstante estoy conforme adonde he llegado. Coincidiendo con la llegada de mis dos hermanos (le llevo once años a mi hermana y doce a mí hermano), tuve una media crisis que me hizo enfermar pasando un año en reposo y no pudiéndome matricular en el 2º Curso de Bachillerato. Tenía una tumbona y me infle a pastillas, en realidad no más de las que tomo en la actualidad. Al año siguiente pude continuar con los estudios, pero, cuando me daban las notas nunca veía la ocasión para que mi padre me las firmara. Lo pasaba francamente mal cuando llevaba algún suspenso Después de la Revalida  de 4º Curso de Bachillerato el panorama mejoró. Al llegar a Preuniversitario me alegraba mucho cuando llegaba a entender algo de lo estudiado, sobre todo si era de Física o Matemáticas, diciendo para mi interior  “lo entiendo” o “se me ha encendido la bombilla”. Al acabar el Preu como veía que no había mucho dinero en mi casa, tuve la feliz idea de decirle a mi padre que no seguía estudiando, decisión que admitió pero que le sentó como una patada en la boca del estómago, me puse a trabajar en una litografía propiedad de un tío político. Aguanté un año al final del cual le dije a mi padre que volvía a estudiar, optando  por Ciencias Químicas  en la ULL, en realidad era lo único que se podía estudiar, una vez terminada la licenciatura (1970), comencé a dar clases de Matemáticas en la SD de Los Realejos dependiente de IES Viera y Clavijo de La Laguna. La primera semana de clase fue decepcionante, pensando dejarlo, pues suponía que los chicos me tomaban el pelo, lo bueno que he tenido ha sido la capacidad, que nunca he perdido de identificarme con el alumno, recordando cuando estudiaba, reconociendo las dificultades que algunos tienen..
En un viaje de fin de curso a Lanzarote había un alumno llamado Pedro que tenía dificultades con las Matemáticas, no así con la convivencia ni con su guitarra, se desenvolvía a las mil maravillas, en cambio otros buenos alumnos eran como personas, un verdadero desastre.
Cabe mencionar a un profesor  del Instituto A. de Betancourt que opinaba que cierta alumna era una burra, casi la suspende con una nota de 4.5, gracias a que los compañeros le protestaron pudo examinarse de la Prueba de Selectividad. Al pasar los años me encontré con ella, le pregunto que como le iba, comunicándome que era Inspectora de Farmacia y que había sacado  22 M.H. en la carrera. ¡casi nada! y había sido calificada de burra. Pensándolo con detenimiento el profesor llevaba razón puesto que hay que ser una verdadera burra para tener un expediente académico tan brillante. No sé qué opinión tendrán de mi los alumnos, tampoco quisiera saberla para no entrar en depresión, pero siempre he procurado ir hacia arriba nunca he pretendido hundir a nadie. Supongo con toda seguridad, que más de alguno se habrá sorprendido con la calificación que obtuvo. Recuerdo  en una ocasión aprobar a un alumno que no llegaba al aprobado pero que había asistido durante el curso a todas las clase.de la asignatura, pues en aquella época era obligatorio pasar lista diariamente. He procurado no equivocarme con la calificación casi siempre redondeando hacia arriba.
Lo he pasado muy bien dando clase a chicos y chicas, chavalas y chavales con su energía, su optimismo y también con sus dosis hormonales .Me he reído se han reído y me he maravillado a pesar de lo complicado de este  mundo juvenil. Creo que no pasaba un día que no nos riéramos en clase ante cualquier situación. Cuando opinaban que cuánto bien vivían los profesores con las clases, las vacaciones y el dinero que les pagaban, siempre le contestaba lo mismo: si tan bueno era, podían hacerse profesores estudiando y todo quedaría solucionado. Nunca me he quejado de la profesión que elegí donde lo he pasado requetebién..
Me doy cuenta que no he escrito mucho del libro y si de la escuela pero me siento bien, termino con una frase que bien podría ser enmarcada:

“Saber a cambio de trabajo, conocimiento a cambio de esfuerzo, vaga promesa de porvenir a cambio de una plena presencia escolar”.

Contrato con Dios. Will Eisner.


Buen cómic. Buena literatura gráfica. Con sus historias bien trenzadas y sus buenos dibujos. La historia de la inmigración europea a un barrio ficticio similar al Bronx contadas en su día en tres entregas reunidas en un mismo volumen.