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LA BUENA REPUTACIÓN. Ignacio Martínez de Pisón.

 Nos sitúa en Melilla cuando transcurría los años 50,donde el matrimonio de Samuel Caro de origen judío y Mercedes Campillo española, vive con sus hijas Miriam y Sara; pero al finalizar el protectorado español en Marruecos deciden abandonar (como otras tantas familias) Melilla y establecerse en Málaga.
Ignacio Martínez de Pisón da vida a unos personajes excepcionales y retrata la vida de la familia de manera nítida y veraz. Aparte de escribir con un estilo claro y preciso, me gustó mucho la descripción que hace de diferentes lugares como Málaga o Zaragoza que uno conoce por haber estado o de oídas. Entrando en los protagonistas no tiene desperdicio la parte de la contratación de Felisa (empleada del hogar) por la peculiaridad del personaje. Esa parte me hizo mucha gracia, es para revolcarse de risa. La fuga a Barcelona de Sara y Aarón hace que Mercedes les vaya a ver, estableciéndose una emotiva correspondencia epistolar entre madre e hija. También intervienen los hijos de Miriam: David y Elías, que son los encargados de aceptar la herencia del abuelo.
El autor al final reseña una serie de más de diez libros de los que ha extraído información, lo que da idea del gran trabajo que ha tenido que afrontar para la confección de la novela.
El libro de la pequeña saga me ha gustado y parecido interesante. Escribe pero sin grandes convulsiones, la lectura es placentera y se puede ralentizar. Narra la vida cotidiana, los sentimientos humanos desde la a hasta la z. Algunos lectores opinan que le sobran páginas, pero es, lo que escribió el autor. Para contradecir me pareció un buen libro. Es extenso pero ameno. Te dan ganas de seguir leyendo con sosiego. Es un libro que llevaría de viaje a una isla desierta estando bien acompañado.
Para concluir y a propósito de la reputación (valor humano que imperaba en los años 50), recordar una anécdota que contaba mi padre de Don José Mª Hernández-Rubio, catedrático de Derecho Político de la ULL:
En una fiesta llego el profesor a la puerta del Casino con dos fulanas y el portero muy amablemente le impide el paso diciéndole. Perdón D. José Mª usted no puede entrar a la fiesta con esas dos señoritas de dudosa reputación. A lo que el profesor le contesta ¿De dudosa reputación dice usted?; No, no éstas señoritas son putas. Las de dudosa reputación son las que están dentro. Pintoresco y curioso personaje D. José Mª.

Tres novelas exóticas. Rodrigo Rey Rosa.


No suelo usar las opiniones de la contraportada de un libro para expresar mi opinión sobre lo leído pero al finalizarlo me he acordado de un conocido presentador de televisión…
«Una escritura despojada hasta el máximo, en la que ninguna palabra sobra, y sin embargo envolvente y sensual hasta rozar lo obsesivo, casi como un sueño vivido.»
«Las novelas escritas por guatemaltecos (o sus variantes de género) son, por definición, exóticas. Las novelas guatemaltecas ambientadas en la selva del Petén, en África del Norte o en el sur la India pueden no tener el encanto de lo extraño, pero deben llamarse, en rigor, exóticas», declara el autor en su introducción a este volumen memorable.
Escritor errante, Rodrigo Rey Rosa es un maestro a la hora de retratar las geografías que ha conocido y a los seres humanos que las pueblan. Marruecos, la India y las antiguas tierras mayas en la selva de Centroamérica acogen las novelas aquí recogidas -Lo que soñó Sebastián, La orilla africana y El tren a Travancore (Cartas indias)-: tres historias para viajar y atesorar.
«Rodrigo Rey Rosa pone al lector "fuera de sí", lo hace soñar, lo trastorna, lo domestica y, después, en un perfecto smash, lo envía lejos de toda certidumbre.»
«Discípulo libresco de Jorge Luis Borges, primero, y en directo de Paul Bowles, después, Rodrigo Rey Rosa es un narrador sin patria ni tradición, marcado por la austeridad ejemplar de su escritura.»
«Rey Rosa crea historias de proporciones míticas.»
«No hay duda de que Rey Rosa es uno de los mejores escritores del momento.»
«Un implacable testigo, aunque jamás un cronista, del cruce y el conflicto de razas, culturas y civilizaciones.»

…cuando dice aquello de: acaban ustedes de oír las noticias, ahora le contaremos la verdad.

Los relatos del Padre Brown. G. K. Chesterton.


Previamente editados en cinco libros por su autor, Acantilado ha reunido en este volumen todos los relatos del padre Brown: el candor, la sagacidad, la incredulidad, el secreto y el escándalo del padre Brown así como tres relatos más rescatados recientemente de este cura investigador. Leídos así, de pe a pa, a parte del placer que proporcionan las aventuras y vericuetos en los que se mete el sacerdote -lejos de modelos más actuales, más sofisticados, y al amparo de complejas pruebas de laboratorio anticriminal, pues el hombre solo dispone del conocimiento de la psicología humana vivida desde el confesionario-, su lectura proporciona el poder valorar cómo Chesterton aprovecha para ir destilando toda su filosofía en torno a lo inexplicable y lo sobrenatural, al tiempo que explica su posicionamiento ante su compromiso como cristiano, algo que dejó bien claro en su libro: Por qué soy católico. 

Voces de Chernóbil. Svetlana Alexievich


Hacía tiempo que no leía un libro tan conmovedor. Está escrito por una bielorrusa. Sin embargo, Chernóbil está en Ucrania. En él se hace eco de la huella dejada por la catástrofe del reactor nuclear ruso. El epicentro reactivo se encuentra a dieciséis kilómetros de la frontera entre ambos países.
En realidad el libro quienes lo escriben son los protagonistas. Recoge el testimonio de aquellos que han sobrevivido a quienes primero llegaron a sofocar la tragedia y no los dejaron regresar a sus hogares; de aquellos que decidieron escapar de la evacuación obligatoria para quedarse a vivir en una tierra de muertos; de aquellos que se dieron cuenta que las abejas no salieron durante cuatro días de las colmenas y de que para encontrar una lombriz con la que pescar tuvieron que escarbar a un metro de profundidad; de aquellos que se llevaron la puerta de su casa pues según su cultura en ella está toda la historia familiar con el crecimiento de sus miembros marcado con muescas y la impronta de la muerte al ser usada como altar a la espera del féretro para que ésta tenga vía libre y abandone la casa; de aquellos que fueron reubicados en pisos y dotados de su pensión económica que acabaron volviendo a sus casas cansados de hijos y nueras obsesionados con limpiar todo lo que ellos tocaban o la historia de quien anunciaba en el mercadillo la venta de manzanas de Chernóbil, según muchos haciéndose la peor de las propagandas posibles a lo que ella contestaba que eran las mejores manzanas para las suegra y los jefes.

Pero si hay una historia que impacta es la primera, la que empieza: No sé de qué hablar… ¿De la muerte o del amor? ¿O es lo mismo? ¿De qué? Titulada: Una solitaria voz. La voz de una esposa embarazada de seis meses que despide a su esposo bombero tras la explosión mientras él le dice: Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Volveré pronto.

Per el afortunado. Henrik Pontoppidan



Per el afortunado es un novelón. No solo por cómo hay que ahuecar la mano para cogerlo ni por el número de páginas. El perfil psicológico del propio Per desde su infancia, hijo de padre pastor religioso, miembro de familia numerosa, su rebeldía adolescente, la búsqueda de su propia gloria como ingeniero revolucionario y la de su país gracias a sus proyectos, el codearse con el poder económico judío danés en una sociedad en plena transformación, incluido el propio del cambio de siglo, el acabar aislado al norte del país para evitar seguir haciendo daño a quienes le rodean con sus golpes de fortuna y de soberbia, bien vale la pena cargar con el peso del libro y de la huella cristiana del personaje hasta el final de sus días.

Desconozco si en el original Per rompe moldes al idear puertos y canales que hicieran de Dinamarca una nación a la vanguardia europea pues en sus diseños habla de máquinas productoras de energía eólica (comprensible dado el uso de la misma en países donde los molinos son tradición) pero también lo hace de la obtención de energía a través del empuje de las olas. Si soy consciente de que en ocasiones la traductora pareciera que se permite alguna licencia con el empleo de términos propios de conversaciones actuales que a mi modo de ver están bien enmascarados y facilitan mucho la lectura de una obra que permitió a Pontoppidan obtener el nobel hace un siglo además de ser igualada su maestría a la de Dostoyevsky y Thomas Mann. 

El árbol de la ciencia. Pío Baroja


No entró en mis planes de estudio como una de esas lecturas obligatorias por trimestres. Sin embargo, me consta el uso de El árbol de la ciencia en muchos institutos. De las cien primeras páginas deduje el poco interés para tal fin que deben presentar los alumnos ante la obligación por conocer la vida de Madrid de entre siglos XIX y XX con gran variedad de personajes que entran y salen de escena creando el ambiente que justifique la trama filosófica en torno al sentido de la vida que tiene lugar posteriormente.
Es esta segunda parte de la lectura la verdaderamente aprovechable para despertar en el alumno las preguntas existenciales que envuelven las postrimerías de la pubertad haciendo uso de los diálogos entre el protagonista, Andrés, médico en formación, y su tío, también doctor, con Kant y Schopenhauer como guías. Finalmente, la trama vuelve a Madrid y su vida cotidiana donde, a través de Andrés, Pío Baroja justifica su línea de pensamiento.
Se me ocurre que también podría ser lectura recomendable durante la pubertad jubilar, cuando tanto tiempo se va en recapitular y tanto queda por hacer siendo lo más cómodo abandonarse en un banco de la plaza para ver la vida pasar.

Cuentos completos. Leopoldo María Panero.


Abordé su lectura con mucha ilusión pero creo que debí elegir su poesía a su prosa. Espero tener más suerte con su poética pues lejos de los sálvame y gran hermano de la literatura establecida por el sistema como pret a porter se encuentra Panero, tan marginal a todo lo mundano, que decidió vivir sus últimos años ingresado en régimen abierto en el psiquiátrico de Gran Canaria. Buena parte de su prosa se repite en ideas que de pronto son salpicadas por genialidades que a modo de agujeros gusano dan explicación a la conexión entre mundos distintos.
Sus cuentos se enrocan en la muerte y el tránsito hacia lo sobrenatural, en ocasiones marcados por la antropofagia, con una España de fondo a la que odia. Me gustó alguna de Las cuatro variaciones sobre el filicidio y especialmente Páginas de un asesino en las que Panero escupe tinta a borbotones como única forma de liberar los nudos neuroendocrinos reverberantes de su mente para plasmar pensamientos que el resto de mortales decapitamos mucho antes de verlos aflorar en nuestra conciencia no vaya a ser que se nos vea el andar de la perrita.